Bocadillos
espirituales
Para vivir el
Adviento y la Navidad ciclo - b
"busca"
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Martes 20 - 4
semana de adviento
(20-XII-2011)
“El
Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra,
por
eso el que ha de nacer será santo
y
será llamado Hijo de Dios”. (Lc 1, 25-38)
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¡Qué pequeños somos y, a la vez, qué
grandes somos!
Conocemos mejor nuestra pequeñez, que
nuestra grandeza.
Es que toda la vida se han empeñado en
decirnos “que no valemos para nada”.
¡Qué pocas veces escuchamos a los
padres decir a sus hijos:
“hijo,
qué grande que eres”!
¡Qué pocas veces escuchamos en nuestra
predicación:
“hermanos,
qué grandes que son ustedes”!
¡Qué pocas veces, a lo largo de mi
formación religiosa, he escuchado a mis directores decirme:
“Clemente,
qué grande que eres”!
El miedo a la “soberbia” nos ha
llevado a todos a una baja autoestima.
El miedo a la “soberbia” nos ha
llevado a muchos, a vivir con un tremendo complejo de inferioridad.
El miedo a la “soberbia” ha frustrado
en nosotros muchos sueños e ilusiones.
Porque cuando brotaban, otros se
encargaban de mocharlas y cortarlas.
Por eso, me resulta encantador el
relato de la “anunciación a María”.
Primero, la “llena de gracia”.
Luego, “le has caído de maravilla a Dios”.
Para luego,
decirle:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti”.
“El Altísimo te cubrirá con su sombra”.
“El que ha de nacer de ti será Santo y será
llamado Hijo de Dios”.
¿Se le puede decir a alguien, algo más maravilloso?
Es como decirle: ¡qué grandaza que
eres María!
Y a María no se le subieron los humos
a la cabeza.
Ni dejó de saludar al día siguiente a
todas las viejas que encontró con su cántaro en la fuente del pueblo.
A María se le llenó el corazón de gozo
y de alegría y el vientre se le llenó de Jesús haciéndose hombre, pero siendo
“santo e Hijo de Dios”.
A María se le llenó la vida de
“encarnación”, de Navidad.
Somos mucho más grandes de cuanto
nosotros mismos nos imaginamos.
No creamos a quienes nos dicen que no
valemos nada.
No creamos a quienes tratan podar las
alegrías de nuestra grandeza en el Espíritu.
Porque también sobre cada uno:
“ha venido el Espíritu Santo”.
“y el Altísimo nos ha cubierto con su sombra”.
“y lo que nace en nosotros es también un hijo de
Dios”.
No es la estatura física la que nos
hace grandes.
Es lo que todos llevamos dentro, lo
que realmente nos engrandece.
Es el Espíritu Santo el que, cada día:
Nos enciende e
ilumina interiormente.
Nos descubre
el verdadero rostro de Dios.
Nos ilumina
para comprender el Evangelio de Jesús.
Nos fecunda
espiritualmente llenándonos de la experiencia de Dios.
Nos fecunda
espiritualmente para llevarnos camino de la santidad
Nos fecunda
espiritualmente convirtiéndonos en templos vivos de Dios.
Nuestra vida espiritual está, con
frecuencia, llena de muchas cosas piadosas, que no podemos decir que estén mal.
Pero que no van a la raíz de nuestra condición de creyentes.
Necesitamos
sentirnos más habitados por el Espíritu Santo.
Porque él es
el que lleva a cabo la obra de Dios en nosotros.
Porque él es
el que encarna a Dios en nuestros corazones.
Aquí en el Perú hay una linda canción
que dice: “Tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz”.
Aquí y en cualquier parte del mundo,
el cristiano tendría que cantar gozoso:
“Tengo el
orgullo de ser creyente y soy feliz”.
“Tengo el
orgullo de sentirme fecundado por el Espíritu Santo y soy feliz”.
“Tengo el
orgullo de sentir que el Altísimo también me ha cubierto con su sombra” y que
cuanto hago es expresión y manifestación de la gracia de Dios y es revelación y
encarnación de Dios en el mundo.
“Tengo el
orgullo de sentir que Dios me ha hecho también a mí, su Navidad para los
hombres”.
El “elogio” puede ser una de las
maneras más bellas de amar a una persona.
Clemente Sobrado C. P.
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