domingo, 25 de diciembre de 2011

LA SALVACIÓN HA LLEGADO A MI CORAZÓN.


25 DE DICIEMBRE DEL 2011.
LUGAR: NOVICIADO PASIONISTA EL CALVARIO.
HOMILIA EN HONOR AL NACIMIENTO DE JESÚS.


“La salvación ya ha llegado a mi corazón”

Dios hizo todas las cosas con sabiduría y esplendor. Creo el universo, los planetas, las estrellas,  las plantas, los animales, seres celestes, espíritus puros y todo cuanto existe a nuestro alrededor. Pero también creó Dios al hombre y lo hizo  a imagen y semejanza de él, dotándolo de cualidades y capacidades[1]. Todo era bueno en la creación[2]. Todo tenía un orden y un motivo de existencia dentro de la sabiduría eterna. Mas había de llegar aquel que se había revelado contra ese plan salvífico y como la maleza y la cizaña en buena cosecha aparece, también se introdujo en el corazón del hombre con una gran capacidad sutil  de destruir, confundir y distorsionar la obra de Dios…esta criatura también creada por Dios no soportaba ser menos que Dios y aún mas adorar a aquel que cuya condición sería inferior a la de los ángeles, llena de dignidad y majestad. Este ángel instigador, bajo la forma de serpiente pondría toda su oscuridad para arrastrar contra todo lo que se opusiera a su maldad, su envidia estaba plantada en su corazón y por lo tanto, no descansó hasta llevar manos a la obra su plan: empujar al hombre, obra dichosa y preciosa de Dios al pecado. Este acontecimiento lo vemos en el libro del Génesis sobre el pecado original[3] de Adán y Eva. Este Mito[4] o relato lo conocemos ya bastante por lo tanto, no me detendré en ponerlo aquí, no obstante, hay que tener en cuenta que la narración del pecado original que aparece en el Génesis 3, 1 – 24 no describe un acto puntual de Adán y Eva, sino que es una enseñanza sobre el pecado del ser humano. Es ante todo un pecado de desobediencia.

“la historia de los orígenes no es, pues en ninguna forma, historia del sentido actual. De ello se ha deducido que los hagiógrafos no tuvieron la intención de informarnos acerca de los acontecimientos reales sucedido en los orígenes. Son leyendas, por una parte bellas y profundas siempre antigua y siempre nuevas de la humanidad, que busca una causa, una explicación, un porqué al destino del hombre.”[5]
Pero Dios viene en auxilio de su obra, de su creación en el sentido amplio de la palabra, sí, de la creación entera, del cosmos, del universo donde cada ser forma parte de un todo, de una unidad y tiene su fin en Dios. Por eso de una manera definitiva él quiere restaurar su creación. Y he aquí la sentencia para el ángel de muerte: “por haber hecho eso, serás maldita entre todos los animales y entre todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida[6].” Y he aquí otra señal de gloria y salvación: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre su descendencia y la suya: ella te herirá la cabeza, pero tú sólo herirás su talón[7]”. Este pequeño pasaje es conocido como el Proto evangelio.  Es decir,  es el anuncio anticipado de la buena nueva que ya desde el Génesis Dios nos lo está adelantando, ¿No será esto maravilloso? ¿No será acaso esto una gran noticia? Pues sí que lo es. Por eso toda la historia de salvación está orientada y enfocada para este acontecimiento ya anunciado en el Proto evangelio “en distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo; al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. El es reflejo de su gloria, impronta de su ser. El sostiene el universo con su palabra poderosa...”Cf. heb 1, 1- 6. Por eso en el Evangelio de Lucas de media noche los ángeles les dicen a los pastores: “No temas, les traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David, les ha nacido un salvador. El Mesías, el Señor. Y aquí tienen la señal: encontraran un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" De pronto, en torno al ángel, apareció la legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama." Lc. 2, 1 - 14. (Lectura del Evangelio de la Misa de medianoche o conocida como la misa del Gallo.)
El que es reflejo de su gloria e impronta de su ser...ya anunciado desde antiguo ha querido morar entre nosotros. El que en el principio era la palabra y moraba junto a Dios, que por medio de ella se hizo todo y sin ella nada existiría quiso ser hombre. ÉL es la palabra de vida  y la vida es la luz de los hombres. Él es sin principio, ni fin, quiso ser pequeño, frágil y blando, nacido de carne, humano como tú y como yo, no quiere la riqueza, ante todo busca lo sencillo, lo escondido, lo silencioso, lo humilde, lo pequeño, para enseñarnos la verdadera sabiduría, para enseñarnos el estilo de Dios. En esta navidad tal vez te preguntaras ¿porque estoy aquí en lugar donde estoy? Después de todo ¿Qué quiere Jesús de mi? Y puede ser que mi respuesta sea esta o parecida: quiero seguirte Señor pero tengo miedo a igual que los pastores, no entiendo tu obra de salvación a igual que le paso a José, padre adoptivo de de Jesús, que no entendía que María estuviera encinta y esperara la venida del Mesías, a veces me pasa como a Herodes que intentó apagar tu luz persiguiéndote, buscándote para matarte y yo con mi pecado hago lo mismo, o si no soy como la gente del pueblo de Belén indiferente a tu venida, a tu llegada…sé que vienes, pues veo a María en su borrico con José a punto de dar a luz…pero te cierro la puerta de mi corazón, de muchas formas: con mi tristeza, desaliento, orgullo, vanidad, lujuria, soberbia, odio, rencor, con mis proyectos lejos de los tuyos, con mis intenciones lejos de las tuyas, con mis críticas que a veces lastiman a otros..Si Señor soy así de blando y frágil como puedes ver. Pero enséñame a tener la mirada fina de María que dijo sí a Dios. Sí, ese sí que durante está navidad me enseñabas y que yo daré a ti en cada oración personal, comunitaria, en los momentos de dolor y de temor, quiero decirte sí en los momentos de prueba, donde no tengo más nadie que a ti... Enséñame Jesús a decirte si en mi corazón y que aún no entendiendo todo el plan  de salvación en mi vida quiero aceptarte en mi interior. Quiero que tu luz venga al fondo de mi vida, venga a transformarme. A todos ustedes hermanos y hermanas, Pasionistas, laicos amigos y todo los que comparten de una manera u otra el carisma de la Pasión recuerden que la Pasión de Jesús inicia en el amor de un niño que se hizo pobre y sencillo para decirte que te ama.  Les deseo una feliz navidad desde aquí en el Noviciado Pasionista el Calvario, Chosica – Lima, Perú.
Alexander A. Castillo. R. C.P.
Sacerdote Pasionista.



[1] Cf. Salmo 8,6 - 7: lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le distes el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies.
[2] Cf Gen 1, 31: “vio entonces Dios que todo era muy bueno…”
[3] Han existido a lo largo de la historia hombres deseosos de profundizar el tema del pecado de desobediencia, entre ellos encontramos a San Agustín, quien fue que le dio al concepto el nombre de pecado original. Este término lo empleó para explicar que los niños debían ser bautizados, cosa que muchos no estaban de acuerdo ya que el bautismo en aquel tiempo era solo para los que habían pecado y después de un proceso de conversión manifestaban su fe en la misericordia de Cristo  y podían bautizarse. Desde este punto de vista no parecía realmente necesario que los niños se bautizaran, pero Agustín argumenta que si bien es cierto que no tienen pecado personal, pero sí el pecado original que todos tienen y por eso deben bautizarse.  Para más detalle consulte: Cf Narvaja, José Luis, el pecado Original, www.joseluisnarvaja.com.ar, 28/12/09.
[4] “Mito: es una narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter  divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad” Cf. Diccionario de la Real Academia de la lengua española, “Mito” Espasa, 2002.
[5] Baumgartner, Charles, El pecado original, Barcelona, Editorial Herder, 1971, pág. 89.
[6] Cf. Gen 3, 14.
[7] Cf. Gen 3, 15.

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