lunes, 27 de febrero de 2012

SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA.


SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA.

UNA BELLA CANCIÓN DEDICADA PARA TODOS MIS AMIGOS CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DE LOS 150 AÑOS DE LA PRESECIA DE SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA ENTRE NOSOTROS. DIOS ME LOS BENDIGA Y DISFRUTEN ESTA CANCIÓN DEL GRUPO HILLSONG Y EL TEMA SE LLAMA: AMOR INEXPLICABLE. LAS IMAGENES SON DE DEDICADAS A SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA.

SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA.


SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA.

HOY 27 DE FEBRERO CELEBRAMOS LA FIESTA DE SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA. PARA LOS PASIONISTAS ESTE ES UN DIA LLENO DE ALEGRIA, POR QUE DIOS SE COMPLACIÓ EN DARNOS UNA BELLA FLOR PARA EL JARDÍN DE LA PASIÓN. EN ESTE PEQUEÑO VIDEO QUE HE BUSCADO PARA USTEDES PODRÁS APRECIAR DE MANERA VISUAL Y AUDITIVA LA VIDA DE ESTE GRAN SANTO QUE CON SOLO POCOS AÑOS VOLÓ HACIA LA SANTIDA DE UNA MANERA DIGNA DE ADMIRAR E IMITAR. ESTE AÑO 2012 SE CUMPLEN LOS 150 AÑOS DE SU PRESENCIA. PODRÁS VER MÁS INFORMACIÓN DE ESTE SANTO: SU VIDA, EL CREDO MARIANO Y MUCHO MÁS ECT. EN ESTE MISMO BLOG EN OTRA SECCIÓN LLAMADA VIDA DE SANTOS PASIONISTAS. ESPERO TE GUSTE Y APROVECHES EN 10 MINUTOS ALGO DE VIDA PASIONISTA. QUE SAN GABRIEL TE ILUMINE Y ACOMPAÑE A SER MEJOR CRISTIANO Y CRISTIANA. DIOS ME LOS BENDIGA. CON CARIÑO PARA USTEDES. PADRE ALEXANDER CASTILLO. (PASIONISTA)

CREDO DE MARIA, COMPUESTA POR SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA



EL CREDO DE MARÍA.

La nota característica de la espiritualidad de San Gabriel fue el amor a la Virgen María. Ella estuvo en el origen de su vocación y ella le condujo por el camino de la santidad hasta las cumbres más elevadas. Se puede afirmar que la devoción a María le transformó gradualmente, dándole una fisonomía especial. Su corazón se transfundió de tal manera en María, que vivía más en Ella que en sí mismo. Llevaba al cuello, como precioso tesoro, un hermosísimo himno que él mismo había compuesto en su honor, y al que llamaba «Símbolo de la Virgen» o «Credo de María», como testimonio perenne de su amor. Deseaba escribirlo con su propia sangre y, para obtener permiso, rogó e insistió una y otra vez a su director espiritual, que no se lo permitió. Se trata de una larga serie de enunciados en los que con fe, amor, y ternura, recoge lo más bello que, en los escritos de los Santos y de los Padres de la Iglesia, se lee sobre las excelencias de la Madre de Dios. Con énfasis y entusiasmo indescriptible habla así a María y de María:

«Creo ¡Oh María! Que, como Vos misma revelasteis a Santa Brígida, sois Reina del cielo, Madre de misericordia, alegría de los justos y guía de los pecadores arrepentidos; y que no hay hombre tan perverso que, mientras viva, no tengáis misericordia de él; y que ninguno está tan abandonado de Dios, que, si os invoca no pueda volver a Dios y hallar su perdón, mientras que siempre será desgraciado el que, pudiendo, no recurra a Vos.

Creo que sois la Madre de todos los hombres, a los que recibisteis como hijos, en la personas de Juan, según el deseo de Jesús.
Creo que sois, como declarasteis a Sta. Brígida, la Madre de los pecadores que quieren corregirse, y que intercedéis por toda alma pecadora ante el trono de Dios, diciendo: Tened compasión de mí.
Creo que sois nuestra vida, y uniéndome a S. Agustín, os aclamaré como única esperanza de los pecadores después de Dios.
Creo que estáis, como os veía Sta. Gertrudis, con el manto abierto, y que bajo él se refugian muchas fieras: leones, osos, tigres, etc. Y que Vos, en lugar de espantarlas, las acogéis con piedad y ternura.
Creo que por Vos recibimos nosotros el don de la perseverancia: si os sigo, no me descarriaré; si acudo a Vos, no me desesperaré; si Vos me sostenéis, no caeré; si Vos me protegéis, no temeré; si os sigo a Vos, no me cansaré; si os alcanzo, me recibiréis con amor.

Creo que Vos sois el soplo vivificante de los cristianos, su ayuda y su refugio, en especial a la hora de la muerte, según dijisteis a Sta. Brígida, pues no es vuestra costumbre abandonar a vuestros devotos en la hora de la muerte, como asegurasteis a San Juan de Dios.


Creo que Vos sois la esperanza de todos, máxime de los pecadores; Vos sois la ciudad de refugio, en particular de quienes carecen de toda ayuda y socorro.

Creo que sois la protectora de los condenados, la esperanza de los desesperados, y como oyó Sta. Brígida que Jesús os decía, hasta para el mismo demonio obtendríais misericordia, si humildemente os la pidiera. Vos no rechazáis a ningún pecador, por cargado de culpas que se halle, si recurre a vuestra misericordia. Vos con vuestra mano maternal lo sacaríais del abismo de la desesperación, como dice San Bernardo.

Creo que Vos ayudáis a cuantos os invocan y que más solicita sois para alcanzarnos gracias, que nosotros para pedíroslas.

Creo que, como dijisteis a Sta. Gertrudis, acogéis bajo vuestro manto a cuantos acuden a Vos, y que los Ángeles defienden a vuestros devotos contra los ataques del infierno. Vos salís al encuentro de quien os busca y también, sin ser rogada, dispensáis muchas veces vuestra ayuda y creo que serán salvados los que vos queráis que se salven.

Creo que, como revelasteis a Sta. Brígida, los demonios huyen, al oir vuestro nombre, dejando en paz al alma. Me asocio a San Jerónimo, Epifanio, Antonino y otros, para afirmar que vuestro nombre bajó del cielo, y os fue impuesto por orden de Dios.

Declaro que siento con San Antonio de Padua las mismas dulzuras al pronunciar vuestro nombre que las que San Bernardo sentía al pronunciar el de vuestro Hijo. Vuestro nombre. ¡Oh María!, es melodías para el oído, miel para el paladar, júbilo para el corazón.

Creo que no hay otro nombre, fuera del de Jesús, tan rebosante de gracia, esperanza y suavidad para los que invocan. Estoy convencido con San Buenaventura de que vuestro nombre no se puede pronunciar sin algún fruto espiritual. Tengo por cierto que, como revelasteis a Sta. Brígida, no hay en el mundo alma tan fría en su amor, ni tan alejada de Dios, que no se vea libre del demonio si invoca vuestro santo nombre.

Creo que vuestra intercesión es moralmente necesaria para salvarnos, y que todas las gracias que Dios dispensa a los hombres pasan por vuestras manos, y que todas las misericordias divinas se obran por mediación vuestra, y que nadie puede entrar en el cielo sin pasar por Vos, que sois la puerta. Creo que vuestra intercesión es, no solo útil, sino moralmente necesaria.

Creo que Vos sois la cooperadora de nuestra justificación; la reparadora de los hombres, corredentora de todo el mundo. Creo que cuantos no se acojan con Vos, como arca de salvación, perecerán en el tempestuoso mar de este mundo. Nadie se salvará sin vuestra ayuda.

Creo que Dios ha establecido no conceder gracia alguna sino es por vuestro conducto; que nuestra salivación está en vuestras manos y que quien pretende obtener gracia de Dios sin recurrir a Vos, pretende volar sin alas. Creo que quien no es socorrido de Vos, recurre en vano a los demás santos: lo que ellos pueden con Vos, Vos lo podéis sin ellos; si Vos calláis, ningún santo intercederá; si Vos intercedéis, todos los santos se unirán a Vos. Os proclamo con Sto. Tomás como la única esperanza de mi vida, y creo con San Agustín que Vos sola sois solícita por nuestra eterna salvación.

Creo que sois la tesorera de Jesús y que ninguno recibe nada de Dios, sino por vuestra mediación: hallándonos a Vos se encuentra todo bien. Creo que uno de vuestros suspiros vale más que todos los ruegos de los santos, y que sois capaz de salvar a todos los hombres. Creo que sois abogada tan piadosa, que no rechazáis defender a los más infelices. Confieso con San Andrés cretense que sois la reconciliadora celestial de los hombres.

Creo que sois la pacificadora entre Dios y los hombres y que sois el señuelo divino para atraer a los pecadores al arrepentimiento, como Dios mismo reveló a Sta. Catalina de Siena. Cómo el imán atrae el hierro, así atraéis Vos á los pecadores, según asegurasteis a Sta. Brígida. Vos sois toda  ojos, y toda corazón para ver nuestras miserias, compadecemos y socorremos. Os llamaré pues, con San Epifanio: « La llena de ojos». Y esto confirma aquella visión de Sta. Brígida, en la que Jesús os dijo: «Pedidme, Madre, lo que queráis». Y Vos le respondisteis: «Pido misericordia para los pecadores».

Creo que la misericordia divina que tuvisteis con los hombres cuando vivíais en la tierra, innata en Vos, ahora en el cielo se os ha aumentado en la misma proporción de que el sol es mayor que la luna, como opina San Buenaventura. Y que, así como no hay en el firmamento y en la tierra cuerpo que no reciba alguna luz del sol, tampoco hay en el cielo ni en la tierra alma que no participe de vuestra misericordia. Creo también con S. Buenaventura, que no sólo os ofenden los que os injurian, sino también los que no os piden gracias. Quien os obsequia, no se perderá, por pecador que sea, al contrario, como asegura S. Buenaventura, quien no es devoto vuestro, perecerá inevitablemente. Vuestra devoción es el billete del cielo, diré con Efrén.
Creo que, como revelasteis a Sta. Brígida, sois la Madre de las almas del purgatorio, y que sus penas son mitigadas por vuestras oraciones. Por tanto afirmo con San Alfonso que son muy afortunados vuestros devotos y con San Bernardino que Vos libráis a vuestros devotos de las llamas del purgatorio. Creo que Vos, cuando subíais al cielo, pedisteis, y lo obtuvisteis sin ninguna duda, llevar con Vos al cielo todas las almas que entonces se hallaban en el purgatorio.

Creo también que, como prometisteis al Papa Juan XXII, libráis del purgatorio el sábado siguiente a su muerte a cuantos lleven vuestro escapulario del Carmen. Pero vuestro poder introduciendo en el cielo a cuantos queráis. Por Vos se llena el cielo y queda vacío el infierno.

Creo que los que se apoyan en Vos no caerán en pecado, que quienes os honran alcanzarán la vida eterna. Vos sois el piloto celestial, que conducís al puerto de la gloria a vuestro devotos en la barquilla de vuestra protección, como dijisteis a Sta. Ma Magdalena de Pazzis. Afirmo lo que asegura San Bernardo: El profesaros devoción es señal cierta de predestinación, y también lo del abad Guerrico: Quien os tiene un amor sincero, puede estar tan cierto de ir al cielo, como si ya estuviese en él.

Creo con S. Antonio, que no hay santo tan compasivo como Vos: dais más de lo que se os pide; vais en busca del necesitado, buscáis a quien salvar: Muchas veces salváis a los mismos que la justicia de vuestro Hijo está a punto de condenar, como enseña el Abad de Celles. Por tanto, estoy convencido de la verdad que se contiene en la visión que tuvo Sta. Brígida: Jesús os decía «Si no se interpusieran vuestras oraciones, no habría en este caso ni esperanza, ni misericordia». Opino también con San Fulgencio, que si no hubiera sido por Vos, la tierra y el cielo habrían sido destruidos por Dios.

Creo, como revelasteis a Sta. Matilde, que erais tan humilde que, a pesar de veros enriquecida de dones y gracias celestiales sin número, no os preferirías a nadie. Y que, como dijisteis a Sta. Isabel, Benedictina, os juzgabais vilisima sierva de Dios e indigna de su gracia.

Creo que por vuestra humildad, ocultasteis a San José vuestra maternidad, aunque aparentemente pareciera necesario manifestárselo, y que servisteis a Sta. Isabel y que en la tierra buscasteis siempre el último puesto. Creo que, como revelasteis a Sta. Brígida, tuvisteis tan bajo concepto de Vos misma porque sabíais que todo lo habíais recibido de Dios, por ello en nada buscasteis vuestra gloria, sino la de Dios únicamente. Creo con San Bernardo que ninguna criatura del mundo e mas comparable con Vos en la humildad.


Creo que el fuego del amor, que ardía en vuestro corazón para con Dios, era de tantas calorías, que al instante hubiera encendido y consumido el cielo y la tierra, y que en comparación de vuestro amor, el de los santos erafrío. Creo que cumplisteis a la perfección el precepto del Señor «Ama a Dios», y que desde el primer instante de vuestra existencia, vuestro amor a Dios fue superior al de todos los ángeles y serafines. Creo que debido a este intenso amor vuestro a Dios, jamás fuisteis tentada, y que nunca tuvisteis un pensamiento que no fuera para Dios, ni dijisteis palabra que no fuera dirigida a Dios.

Creo con Suárez, Ruperto, S. Bernardino y S. Ambrosio, que vuestro corazón amaba a Dios, aun cuando vuestro cuerpo reposaba, de manera que se os puede aplicar lo que dice la Sagrada Escritura: «yo duermo, pero mi corazón vela», y que mientras vivíais en la tierra, vuestro amor a Dios nunca fue interrumpido.

Creo que amasteis al prójimo con tal perfección, que no habrá quien lo haya amado más, exceptuando vuestro Hijo. Y que aunque se reuniera el amor de todas las madres para con sus hijos, de los esposos y esposas entre sí de todos los santos y ángeles del cielo, sería este amor inferior al que Vos profesáis a una sola alma.

Creo que tuvisteis, como dice Suárez, más fe que todos lo Ángeles y Santos juntos: aun cuando dudaron los Apóstoles, Vos no vacilasteis. Os llamaré pues, con San Cirilo «Centro de la fe ortodoxa».

Creo que sois la Madre de la Santa Esperanza y modelo perfecto de confianza en Dios,. Que fuisteis mortificadísima, tanto que, como dicen San Epifanio y San Juan Damasceno, tuvisteis siempre los ojos bajos, sin fijarlos jamás en persona alguna.

Creo lo que dijisteis a Sta. Isabel, Benedictina: que no tuvisteis ninguna virtud sin haber trabajado para poseerla, y con Sta. Brígida creo que todas vuestras cosas entre los pobres, sin reservaros para Vos más que lo estrictamente necesario. Creo despreciabais las riquezas mundanas. Creo que hicisteis voto de pobreza.

Creo que vuestra dignidad es superior a todos los ángeles y santos y que es tanta vuestra perfección, que solo Dios puede conocerla. Creo que después de Dios, es ser Madre de Dios, y que por tanto no pudisteis estar más unida a Dios sin ser el mismo Dios, como decía San Alberto.

Creo que la dignidad de Madre de Dios es infinita y única en su género y que ninguna criatura puede subir más alto. Dios pudo haber creado un mundo mayor, pero no pudo haber formado criatura más perfecta que Vos.
Creo que Dios os ha enriquecido con todas las gracias y dones generales y particulares que ha conferido a todas las demás criaturas juntas. Creo que vuestra belleza sobrepasa a la de todos los hombres y los Ángeles, como reveló el Señor a Sta. Brígida. Creo que vuestra belleza ahuyentaba todo movimiento de impureza e inspiraba pensamientos castos.

Creo que fuisteis niña, pero de niña sólo tuvisteis la inocencia, no los defectos de la niñez. Creo que fuisteis virgen antes del parto, en el parto y después del parto; fuisteis madre sin la esterilidad de la virgen, sin dejar por ello de ser virgen, Trabajabais, pero sin que la acción distrajera; orabais, pero sin descuidar vuestras ocupaciones. Moristeis, pero sin angustia, ni dolor ni corrupción de vuestro cuerpo.
Creo que, como enseña S. Alberto, fuisteis la primera en ofrecer, sin consejo de nadie, vuestra virginidad, dando ejemplo a todas las vírgenes, que os han imitado, y que Vos, delante de todas, lleváis el estandarte de esta virtud. Por vos se mantuvo virgen vuestro castísimo esposo S. José. Creo también que estabais resuelta a renunciar a la dignidad de Madre de Dios, antes que perder vuestra virginidad.

Al leer este creo Mariano, que hemos entresacado de un manuscrito, incompleto, de San Gabriel, se siente el calor del amor a la Santísima Virgen que ardía en el pecho de quien lo compuso. Quizás nos resulten poco exactas, teológicamente, algunas de sus expresiones. Pero San Gabriel, como un enamorado, como los santos, cuyas afirmaciones recoge, no se detiene para analizar lo que brota espontáneamente de su corazón y todo le parece poco como gloria y alabanza de María. «Dios – decía- ha hecho tan sublime a María porque quiere que la honremos. Si Dios lo quiere, ¿por qué hemos de ser tan mezquinos en nuestras alabanzas a la Reina de los cielos? Honrando a María, honramos a Dios. Seamos generosos con la Virgen Santísima, y Ella lo será también con nosotros».

AUTOR: SAN GABRIEL DE L DOLOROSA

jueves, 23 de febrero de 2012

TIEMPO DE DESAPRENDER...PARA APRENDER



ES TIEMPO DE CAMBIO. DIOS NOS BRINDA SU GRACIA. ES TIEMPO DE AYUNO, DE ORACIÓN, DE AMAR, DE ESCUCHARNOS POR DENTRO. ES TIEMPO DE DESAPRENDER Y APRENDER. DIOS ME LOS BENDIGA Y FORTALEZCA EN ESTA CAURESMA 2012. CON CARIÑO. PADRE ALEXANDER CASTILLO. (PASIONISTA)
¿QUÉ SIGNIFICADO TIENE EL MIERCOLES DE CENIZA PARA LOS CRISTIANOS? VEA ESTE PEQUEÑO VIDEO QUE HE PREPPARADO PARA TI. APRENDERAS TAL VEZ NUEVOS DATOS QUE NO SABIAS Y TE PREPARAS MEJOR PARA DEFENDER TU FE CATÓLICA. DIOS ME LOS BENDIGA, FUERTE ABRAZOS A TODOS Y TODAS. CON ACRIÑO, PADRE ALEXANDER CASTILLO. (PASIONISTA)

LA CUARESMA: TIEMPO DE DIOS.


TE HAS PREGUNTADO ¿QUÉ SIGNIFICADO TIENE LA CUARESMA PARA LOS CRISTIANOS CATÓLICOS?, ¿PORQUÉ LO CELEBRAMOS Y EN QUE NOS SIRVE? EN ESTE VIDEO ENCONTRARAS BUENA INFORMACIÓN DE ESTE TIEMPO TAN MARAVILLOSO QUE LA IGLESIA NOS BRINDA PARA NUESTRA EDIFICACIÓN Y CRECIMIENTO ESPIRITUAL Y HUMANO. DESEO UN BUEN TIEMPO DE CUARESMA A TODOS USTEDES. DIOS ME LOS BENDIGA. CON CARIÑO. PADRE ALEXANDER CASTILLO, (PASIONISTA)

miércoles, 22 de febrero de 2012

CUARESMA: TIEMPO DE CONVERSIÓN DEL CORAZÓN.


TIEMPO DE CUARESMA
MIÉRCOLES DE CENIZA.




Cuaresma tiempo de preparación hacia la pascua. Es un tiempo favorable en que Dios nos está invitando y otorgando sus bendiciones “Convertíos a mí de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones, no las vestiduras”[1]. Por lo tanto, cuaresma es un camino desde adentro. Un cambio del corazón. Entendemos aquí el corazón como el lugar de cambio en el que Dios quiere transformarnos. Cuando hablamos del corazón no se refiere al corazón físico, sino que es algo que abarca algo más. Es el lugar donde yo tomo consciencia y estoy dispuesto a cambiar, donde quiero hacer un giro de 360º Y mirar a Dios con ojos limpios.

Cuaresma es el reconocimiento de mi pecado, de mi nada, de mi pequeñez, de mis miserias. Es decir con el salmista: Misericordia, Señor; hemos pecado[2]…pues yo reconozco mi culpa, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.

Cuaresma es reconciliarme con Dios. La lectura de hoy de la 2 carta del apóstol San Pablo a los Corintios nos lo recuerda: “hermanos: nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo nos exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios” también cuaresma es aprovechar el tiempo que él nos da y no echar en saco roto sus bendiciones.  “En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda; pues mira, ahora es tiempo favorable, ahora es el día de la salvación”[3]

Cuaresma es ascesis, camino, trabajo, como los indica y nos invita el evangelio de Mc, 1 – 6. 16 – 18. En cuanto a la limosna nos dice: no ir tocando la trompeta por delante de la gente como hacen los hipócritas en las sinagogas y calles. Al contrario nos invita a que no sepa a mano izquierda lo que hace la derecha; así nuestra limosna quedará en lo secreto; y tu padre que ve en lo secreto te lo pagará.

En cuanto a la oración nos dice la palabra: que no seamos como aquellos hombres que les gusta rezar de pie para que los vea la gente. Al contario lo correcto sería: entrar en el cuarto, cerrar la puerta y orar a nuestro padre, que está en lo escondido y él que ve en lo escondido, nos lo pagará.


En cuanto al ayuno nos dice que no debemos hacer ver a la gente que se ayuna y andar con caras largas y tristes, sino al contrario debemos perfumarnos la cabeza y lavarnos la cara, que el ayuno no lo note la gente, sino nuestro padre que está en lo escondido; y él que ve en lo escondido, no los pagará.

De esta manera hermanos y hermanas quiero invitarles a ponernos en camino. Durante estos 40 días de gracia, te invito a aprovecharlos de la mejor manera. Y que al final de la cuaresma puedas haber experimentado que Dios pasó por tu vida y transformó algo. Sabemos bien que la conversión nunca termina pero por lo menos es tiempo de trabajar el corazón. Es tiempo de Dios. No te desanimes si a la primera no consigues lo que esperabas, todo arte, todo trabajo, toda virtud, se consigue con la práctica, nada se nos viene por magia. Pero piensa que Dios es tan amoroso que te cuida y velará por tus necesidades y te ayudará a superarlas si así tú lo quieres, si tú le dejas actuar.


Convierte y cree en el evangelio!!!

Con cariño. Padre Alexander Castillo, (Pasionista)


[1] Cf. Joel. 2, 12 – 18.
[2] Cf. Salmo. 50.
[3] Cf. 2Cor 5, 20 – 6, 2.

martes, 21 de febrero de 2012

LA ORACIÓN DE JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS.


LA ORACIÓN DE JESUS EN EL HUERTO.
MEMORIA QUE CELEBRAMOS LOS PASIONISTAS.

HOMILIA PARA EL 21 DE FEBRERO DE 2012.

LA ORACIÓN DE JESÚS.


Una de las cualidades que caracterizaba a Jesús es su relación con el padre, su amistad profunda con Dios. No hay momentos en la vida pública de Jesús, en que no buscara un tiempo para estar a solas con su padre.  De hecho toda su vida fue una comunión intima con su padre. Jesús cuando comía bendecía los alimentos, Jesús cuando después de hablar con la gente que le seguía para escucharlos, otros para que los curara buscaba siempre un espacio para estar a solas con Dios, incluso nos enseñó cómo orar a nuestro padre del cielo: el padre nuestro. Y no es de extrañar que antes de dar su vida en la cruz por ti y por mí se pusiera a orar.  

En esta memoria recordamos la Oración de Jesús en el huerto. Es una memoria que nos recuerda lo importante que es la oración. Pero también este hecho en la vida de Jesús fue decisivo a la hora de entregarse a los judíos que lo buscaban para matarlo. Sabemos que el Hijo de Dios era hombre y sentía como cada uno de nosotros, era su condición humana la que le hacía sufrir y padecer. Pero también era Dios, que movido por un vinculo especial con Dios se siente invitado a dar su vida por todos. Su condición divina y humana entregadas al plan divino de Dios.

Cristo es el sumo sacerdote que cuya vida es la única que puede reparar de una vez y para siempre el pecado en el mundo, solo él puede, restaurar la humanidad. “se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna”[1] El es la salvación eterna, él libertador. Cristo es como la imagen del sumo sacerdote del Antiguo Testamento que es escogido por Dios para representar a los hombres en el culto a Dios: ofrecer dones y sacrificios por los pecados del pueblo y de él mismo. Pero a diferencia del sumo sacerdote del A. T. ofrece una sola vez y para siempre con su vida la salvación y el perdón de los pecados. Los sacrificios antiguos tenían su eficacia en su tiempo pero vino Cristo Jesús quien podía hacer nuevas todas las cosas y de forma definitiva.

De esta manera a lo largo de su vida Cristo va entendiendo la voluntad del padre, su mensaje llega a los hombres como agua fresca, sana los corazones, libera a los cautivos, endereza a los cojos, da vista a los ciegos, nos habla de un reino, nos enseña a amar ya a perdonar, nos habla de la verdad y nos dice que él es el Hijo de Dios. Por hacer la voluntad del padre, fue incomprendido, hasta el punto de buscar su muerte. Jesús poco a poco fue comprendiendo que su vida debería ser entregada y se abandonó a la voluntad de su Padre. “Cristo en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él a pesar de ser Hijo, aprendió sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna”[2]

Cristo, pudo muy bien apelar a su categoría de ser Hijo de Dios, porque lo fue, sino que al contario se despojó de su condición y pasó a ser uno como nosotros, débil, susceptible al dolor, humano. Pero es tan grande su dolor, su desesperación y el miedo que le embargó aquel día antes de entregarse a los que le ivan a matar que oró de una manera especial. Aquella suplica era desde el fondo más profundo de su ser. Invitaba a los suyos, sus discípulos que oraran, pero sus discípulos aturdidos del sueño, de la preocupación y zozobra por lo que vendrá, les domina el sueño.

“Padre si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”[3]  Esta oración de Jesús es un sí de entrega, sabe que sufrirá los dolores más atroces y que será clavado en la cruz, considerada una de las muertes más humillantes y dolorosas de su tiempo, sin embargo se abandona a la voluntad del Padre.

Jesús nos enseña lecciones importantes:
Primero: Tener una vida de oración constante. Una oración que no sea farisaica sino sensible, humana, abierta al dolor ajeno, al dolor de mis hermanos, que sea capaz de darme de entregarme.
Segundo: Jesús nos enseña que cuando tengamos algún problema, dificultad, busquemos fuerzas, busquemos a Dios. Muchas veces buscamos las cartas, el horóscopo, el tarot, esperamos en la lotería, el kábala, o buscamos en miles de lugares y formas, cuando en Dios se encuentra todo.
Tercero: Jesús nos invita a tener una relación de amor con Dios que es nuestro padre. El Dios de Jesús es un Dios amoroso, misericordioso, que salva, que limpia, que perdona, que ama sin límites a los hombres. Pero en cambio nosotros creemos a veces en un Dios milagrero, que tiene el deber de ayudarme porque soy bueno, porque he hecho buenas obras, creemos en un Dios de bolsillo, que lo puedo llevar donde yo quiera y como quiera, creemos en un Dios justiciero, castigador y vengador.
Cuarto: Jesús nos enseña que Dios no está afuera, en lo exterior, en las cosas. Ante todo está dentro del corazón. En mi mismo, en el rostro de mis hermanos los hombres y mujeres. Que está en el que sufre, en el que ríe, en el que llora, en el enfermo.

Que Dios me los bendiga y llene de bendiciones. Preparémonos para la cuaresma y preguntémonos: ¿En qué dios yo creo. En el de Jesús o en el mío? Y ¿Cómo está mi vida de oración?


Con cariño, padre Alexander Castillo. (Pasionista)




[1] Cf. Hb 5, 1- 9.

[2] Cf. Ibíd.
[3] Cf. Lc 22, 39 – 46.

domingo, 19 de febrero de 2012

EL PERDÓN DE DIOS: AMOR SIN LIMITES.

Homilía para el domingo VII del Tiempo  Ordinario.
19 de febrero de 2012.


Iniciamos con la semana séptima del Tiempo Ordinario que será interrumpida  con el Tiempo de Cuaresma (40), semana santa (7),  Pascua,  y pentecostés (50) para iniciar nuevamente el 28 de mayo  con la semana octava del T. O. en total: 97 días de abundantes bendiciones, te invito a aprovechar el tiempo que Dios nos regala.  Esta semana sin embargo, nos preparamos para la cuaresma que da inicio con el miércoles de Ceniza. Es un tiempo de ayuno, oración, de silencio interior, de penitencia, de cambio de actitudes ect.  Y justo las lecturas de este domingo nos disponen este gran itinerario.

Dios hoy nos habla del perdón, palabra, tan bella, significativa y necesaria en nuestras vidas pero en circunstancias concretas de nuestras vidas esta palabra se ha convertido en algo difícil de vivir, y muchas veces quisiéramos ni saber de ella. Es algo complejo. Por eso iluminados por la palabra de Dios reflexionemos acerca del Perdón de Dios y del perdón al hermano.

En el Antiguo Testamento Dios habló de muchas formas y maneras a su pueblo Israel,  habló por medio de Abraham, moisés, jueces, Samuel, profetas, en los Salmos ect. Y ya en el A. T. Dios nos recuerda el perdón “Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes, y no me acordaba de tus pecados” (Ver Is. 43, 18 - 25). El perdón en Dios es tan maravilloso que borra todas nuestras culpas, pecados y miserias de nuestra vida, y están grande su amor que no guarda rencor de nuestras faltas, pues cuando él nos perdona, nos perdona eternamente sin titubear en su perdón. “esto dice el Señor: No recuerdes lo de antaño, no pienses en lo antiguo, mira que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notas? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que proclamara mi alianza”
(Ver. Is. 43, 18 - 25)
Dios nos invita a no quedarnos en lo pasado, cargando un peso que nos hace daño, cargando viejas culpas y momentos que ya no volverán. Nos invita a no pensar en lo antiguo, sino mirar lo nuevo, lo que él nos prepara: ríos en el yermo. Que es su propio hijo Jesús. En cambio somos como el Israel de la lectura de Isaías, que no nos esforzamos por amar a Dios y vivir como el nos lo pide sino al contario estamos una y otra vez ofendiendo a Dios con nuestros pecados. Y sin embargo, es Dios quien tiene la iniciativa de perdonarme. “Pero tú no me invocabas, Jacob; no te esforzabas por mí, Israel; no me saciabas con la grasa de tus sacrificios, pero me avasallabas con tus pecados, y me cansabas con tus culpas.” (Ver. Is. 43, 18 - 25)

El salmo 40 nos recuerda precisamente el reconocernos pecadores: “Sáname, señor, porque he pecado contra ti” (Sal. 40) El reconocimiento frente al error, la culpa que siento de haber hecho mal y ofendido a Dios es uno de los pasos para el perdón y por eso hay que pedirle al Señor que nos sane, que nos limpie, que nos trasforme en hombres y mujeres nuevos según su corazón.

Pero muchas veces nos pasa como a la gente del evangelio de hoy que al ver a Jesús la fe del paralitico le perdona sus pecados y se escandalizaban “Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: Hijo, tus pecados quedan perdonados. Unos letrados que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros. ¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados fuera de Dios?”(Mc 2, 1 - 12) Pero nos cuesta creer en aquel perdón que Dios concede en Cristo Jesús a sus hermanos. Es decir, por un lado creemos que Dios nos perdona y queremos que nos perdone. Pero por otro lado nos cuesta aceptar el perdón que Dios da y lo da para todos.  Cuestionamos, juzgamos, no creemos, ni entendemos el amor de Dios. Pedimos perdón para mi, pero para el prójimo  pedimos que se haga justicia o que sea imposible que Dios le perdone por lo que haya cometido, o tal vez le perdono pero no olvidaré lo que me hizo. Entonces ¿de qué perdón estamos hablando? De mi perdón o del perdón de Dios. “pues para que vean que el hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados…entonces le dijo al paralítico. Contigo hablo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”(Mc 2, 1 - 12) 

Creo que Dios nos perdona de manera incondicional y hace todo lo que está en sus manos para procurar mi felicidad, pero creo que el perdón también tiene otra dimensión: la  respuesta del hombre al perdón de Dios. No hay perdón de Dios si en mi corazón yo no he aprendido a perdonar. El perdón por lo tanto viene de Dios y a él debemos pedírselo. Pero alguien se preguntará en su interior: ¿Cómo podré perdonar a quienes han lastimado mi vida y han destrozado mi sociedad? Pero la pregunta sería más bien: ¿Qué puedo hacer para descubrir la misericordia de Dios que se hace presente en mi propia vida? ¿Hacia dónde me conducirá esta experiencia?( Ver SCHREITER, Robert j, Violencia y reconciliación. visión y misterio en un orden social en cambio, España, Editorial Sal Terrae, 1992.Pág 50)  Por lo tanto hablar, del perdón de  Dios no es solamente perdonar a quien me causó daño, sino descubrir que el amor de Dios  está en mi vida. Y esto me capacita para transformar las estructuras que provocan y crean violencia.

El perdón es todo un proceso, un camino de libertad interior. Dios me los bendiga a todos y durante este tiempo de Cuaresma trabajemos la dimensión del perdón, que no quede en palabras, o en mi mismo, sino que se transforme en vida en acciones, en demostrar que puedo amar y ser amado por Dios y al mismo tiempo perdonar a mis hermanos.
Nota:  las citas biblicas estan tomadas de la lecturas de hoy.

Con cariño, Padre Alexander Castillo. (Pasionista)