miércoles, 28 de diciembre de 2011

UNA VIDA APASIONANTE - SAN PABLO DE LA CRUZ.

UNA VIDA APASIONANTE - SAN PABLO DE LA CRUZ.

Autor: Padre Alexander Castillo, Pasionista. Escrito y publicado el miércoles, 19 de octubre de 2011 a la(s) 2:23 (Día de San Pablo de la Cruz, fundador de los Pasionistas)

¡Hola! Amigos y amigas, les voy a contar un poquito de mí, a ver si te gusta mi aventura.

Me llamo Pablo Francisco Danei, nací en Ovada – Italia el 3 de enero de 1694. Mi papá se llamaba Lucas Danei, nació en Castellazzo, diócesis de Alejandría, descendía de la noble familia Danei y mi madre fue Ana María Massari, descendía igualmente de padres nobles y era oriunda de Roveriolo, diócesis de Génova. Recuerdo que mi primera educación la recibí de mis padres, especialmente de mi mamá pues me narraba las historias de los santos y anacoretas del desierto y fue ella quién me enseñó a conocer y amar a Dios, hablándome de la pasión y muerte de Jesucristo: ¡Oh! si yo me salvo, como espero, será debido a la educación de mi madre.[1]

         Hacia el año de 1709 mi padre decide volver a Castellazzo y continué ayudándolo en el comercio y fue en ese entonces a la edad de 20 años donde asistía a una instrucción familiar de un religioso de la Orden de los siervos de María, súbitamente sentí que una viva luz iluminaba mi alma haciéndome ver mi miseria y mi nada. Fue ese día el toque de gracia, al que llamo mi conversión.[2] Todo cambio a partir desde aquel momento, ya no fui el mismo, pues  Dios me había tocado el corazón, aunque no sabía que es lo que él esperaba de mí, sin embargo, dejó esa inquietud.

Les  cuento que tuve pruebas antes de decidirme en seguir de lleno a Dios. Por aquellos años entre los 1715 – 1719 tuve dudas contra la fe, que llenaban mi vida de turbación, angustia y perplejidad, y que bueno es Dios que en estos momentos no me abandonó. Yo sentía que Dios me pedía un gran sacrificio, quería luchar por Dios, pero… ¿Cómo? ¿Dónde? No sabía qué hacer. Y fue entonces que llegó a mis oídos la noticia de que la República de Venecia hacia preparativos de guerra contra el imperio musulmán, que iba a atacar a Europa  y fue cuando me dije: estos son los combates a los que Dios me llama: combatir por Jesucristo, ser mártir de la fe, derramar mi sangre por santa causa.[3] Estando en el ejército nunca dejé la oración pero un día del año de 1716 el Señor me hizo comprender en mi interior que me llamaba a una milicia más alta. Pero las pruebas continuaron…pedí licencia para regresar con mi familia y reanudé mis trabajos y seguí orando hasta encontrar la voluntad de Dios. Pero siendo el primogénito mis padres habían puesto todas sus esperanzas en mi y un tío mío sacerdote llamado Cristóbal proyectó con mis papas un matrimonio, con una jovencita muy guapa, la verdad nada fea estaba la tía. Con este matrimonio se aseguraba el porvenir de la familia, en verdad no quería, mi familia estaba de acuerdo con que me casara, pero yo había elegido dar mi vida a Dios y de suerte mi tío murió y sin casarme recibí igual la herencia de la que solo acepte un breviario.

Durante los años 1719 – 1720 expuse mis inquietudes bajo la dirección de  mi párroco de Castellazzo, el fue mi director espiritual por un tiempo. Y pasando el tiempo mi párroco me recomendó con otros padres más experimentados que me pudieran ayudar, uno de ellos fue el padre Columbano, de Génova, Capuchino. Fueron gracias a ellos que pude ver lo que Dios pedía de mí. Muchas cosas más me pasaron hasta descubrir lo que mi soberano bien me pedía: fundar una congregación. A la que llamaría los pobres de Jesús. Oh si supieran cuanto me costó tan grande empresa, me sentía indigno, fui incomprendido, y las luchas que tuve en las primeras fundaciones, las misiones, las dificultades materiales y económicas nunca faltaron, me consideraba una nada, una cloaca inmunda, un pobre servidor.

Si les cuento más de esta aventura no terminaría nunca, pero creo que tú tienes que continuarla…. Si tú que me escuchas y te preguntaras igual que yo cuando joven ¿Cómo? Y ¿Dónde? ¡Animo! he aquí unas ideas….
-      Como primera pista nuca dejes la oración, pues ahí podrás escuchar a Dios.
-      Lee la palabra de Dios, si lee aunque no sepas por dónde empezar, Dios te hablará. Nunca lo olvides.
-      Busca buenos amigos que buscan a Dios como tú y llevan años de experiencia en ello.
-      Acuérdate que Dios te envía a llevar la buena noticia a los que sufren, y no olvides estos verbos para el camino vendar, proclamar, expulsar, sanar, consolar, aclamar y alabar. Acuérdate de la sabiduría de la cruz, que es fuerza de Dios.
-      Tenle devoción a la madre santísima que ella como buena mamá sabrá corresponderte.
-      Nunca renuncies a tus sueños, el que no sueña, no tiene metas. No vive…lucha por ellos y más si vienen de Dios.
-      Ha!! se me olvidaba, te recomiendo a mis amigos: San Gabriel, Santa Gemma, San Inocencio Canoura, San Vicente María Strambi, Domingo Barberi, Bernardo María Silvestrelli y muchos más…. En ellos encontras incontables anécdotas, pero recuerda que tú tienes tu propio libro y en ese libro Dios es como un lápiz que va trazando un camino único, e irrepetible donde solo busca trazar su corazón. Si, ese corazón pasionista: Al pecho llevo una cruz y en mi corazón lo que dice es Jesús. Amén.






[1] MARIA ARTOLA, Antonio. San Pablo de la Cruz – fundador de los Pasionistas, 2011. Pág.12.

[2] Ibíd., pág. 13.

[3] Ibíd., pág. 18.

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