sábado, 14 de enero de 2012

VIERÓN DÓNDE VIVÍA Y SE QUEDARÓN CON ÉL.

Homilia del 15 de enero 2012.
2 Domingo del Tiempo Ordinario.


VENGAN Y LO VERAN


Después  del bautismo de Jesús y de dar testimonio sobre él. Juan el Bautista le transfiere dos de sus discípulos que, a su vez, llevan ante el Señor a Simón Pedro. Los primeros discípulos comienzan por escuchar la voz de Dios que les invita a seguir a Jesús, primero en la boca de Juan, y luego del mismo Señor en la intimidad de su compañía[1].  Los discípulos de Juan tal vez ya habían escuchado acerca de la persona de Jesús, sabían que era el Mesías, pero como aún no trataban con él no se atrevían a dar un paso más.

“Pero Jesús viendo que lo seguían les dice: ¿Qué buscan? Ellos contestaron: Rabí, ¿Dónde vives? El les dijo: vengan y lo verán. Entonces fueron, vieron donde vivía y se quedaron con él aquel día.[2]

Cuando los discípulos le preguntan a Jesús ¿dónde vives?, Jesús los invita a seguirle, no les dice vivo en tal lugar, región, en tal casa, simplemente les dice: vengan y lo verán. A través de esta semana primera del Tiempo Ordinario hemos visto a Jesús en muchos lugares, pueblos y regiones: en galilea proclamando el Reino de Dios[3], en Cafarnaúm donde un hombre poseía un espíritu inmundo y Jesús lo expulsó[4]. Estaba en las sinagogas predicando y expulsando demonios. Sana a un hombre enfermo de lepra.[5] Sana a un paralítico y le perdona sus pecados.[6]  Comparte la mesa con recaudadores de impuestos y gente de mala fama[7].

Podemos ver muchas circunstancias y hechos que acompañan al maestro, todos estos lugares nos indican que ésta es la casa donde él vive y es ahí donde quiere llevar a sus discípulos. No solamente a los dos de este evangelio que escuchamos, sino a todos los que formaran parte de los 12 discípulos de Cisto. El seguimiento de Cristo empieza primero por una toma de conciencia: Conviértanse y crean en la buena noticia[8]  y los invita a ser pescadores de hombres.

La casa de Cristo es estar con los pecadores, con los que sufren, con los que no cuentan para nada, con aquellos que para la sociedad Judía en tiempos de Jesús eran gente de poca cosa, impuras, pecadoras, eran la basura de la sociedad. Jesús busca precisamente esas personas; no es que Jesús desprecie a los ricos y a los justos, para nada, Jesús tiene una misión y es venir a salvar almas, a salvar a su pueblo y darles dignidad y felicidad: “no necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores[9]. Pero su gente no le entendía, estaba encerrada en sus propias doctrinas e ideas que no veían más allá. Esta gente insensata representada en los escribas, doctores, letrados y maestros de la ley supuestamente era la gente justa, santa, correcta, cumplidora de la ley de Moisés, eran las personas que por su conocimiento  y sabiduría deberían ser los primeros en acoger el mensaje de Cristo. Pero son los que menos creen y se escandalizan de las cosas que hace Cristo, son los verdaderamente desdichados. Cabria preguntarnos a nosotros mismos ¿cómo vivo mi fe?

Jesús nos invita a escucharle atentamente, pero no con los oídos sino con los oídos del interior. Es ahí en mi yo profundo donde podré descubrir esa voz de Dios. Es ahí donde los signos de mi vida me hablan, me interpelan, y hasta me pueden enamorar, pues si Dios hablándome en mi interior que mas podía pedir. Muchas veces nos encerramos como los fariseos y escribas en nuestras conjeturas, creemos que Dios es así y está ahí. Pero Dios en realidad nunca se deja atrapar ni encasillar, él es más de lo que pensamos de él. La escucha atenta a la voz de Jesús debe ser nuestra primera tarea. Ya en el Antiguo Testamento se nos habla de ello. Ejemplo tenemos a Samuel un jovencito que escuchó a Dios y él pronto a su voluntad le dice: “habla, Señor, que tu siervo escucha[10]  Se convirtió en un gran profeta y el Señor estaba con él, y ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.

Hermanos y hermanas en Cristo les hago una pregunta: ¿Como iglesia peregrina, estamos siguiendo los pasos de Jesús? ¿Cuáles serían los lugares donde Jesús hoy en día frecuentaría? Y ¿quiénes serían los pobres, los pecadores, la gente de mala fama, los leprosos, los recaudadores de impuestos para Jesús hoy día?

Nuestra labor como cristianos es grande, pero necesitamos escuchar bien a Dios. Solo desde una actitud atenta y desojada podré ver, con claridad hacia dónde me invita el maestro que cada día me está diciendo al corazón: “vengan y lo verán”

Sea por siempre bendito y alabado Jesús en el santísimo sacramento del altar.


P. Alexander Castillo. R. C.p.
Sacerdote Pasionista.


[1] Nuevo Misal Romano, Introducción al 2 domingo del T.O. pág. 722 – 723. 
[2] Cf. Mt 1, 35 – 42.
[3] Cf. Mc 1, 14 – 20.
[4] Cf. Mc, 1, 21 – 28.
[5] Cf. Mc 1, 29 – 39.
[6] Cf. Mc 2, 1 – 12.
[7] Cf. Mc 2, 13 – 17.
[8] Cf Mc 1, 14 – 20.
[9] Cf Mc 2, 17.
[10] Cf. 1 SAM 3, 3b  - 10. 9.




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